Alegría, Tristeza, Orgullo y Vergüenza.

De Alegrías: Por fin estamos casi en Europa. Hay que pasar la previa, pero debería ser un trámite para decir en voz alta "hemos vuelto". El amago de infarto se quedó en un tiro al palo, aunque yo tenía marcado el 112 por si acaso. Y después explosión de alegría. Menudo subidón. Comencé a sentir el ambiente de los miércoles cuando salíamos del Colegio Joaquín Costa a eso de las 4 de la tarde. Sabíamos que esa noche había partido importante, veíamos los puestos con las banderas y las bufandas rojiblancas y sólo pensábamos en merendar, hacer rápido los deberes (o no) y prepararlo todo para el gran encuentro. Entonces los partidos los retransmitía la Primera y era otra forma de aprender Geografía.

Ahora que estamos aquí hay que aprovechar y exigir el resto. El año que viene a por la Liga. Sí o sí.

De Tristeza: Con el fulgor de la alegría nadie vio como un hombre se dirigía cabizbajo a la zona Vip del Vicente Calderón. Abrazó a su familia en forma de disculpa y agradecimiento por haber aguantado el chaparrón. Luego habló en la radio. Nadie que consigue más del objetivo que le habían marcado debería sentir esa desolación. Es injusto. Porque el objetivo era quedar entre los 6 primeros, así lo refleja su contrato. Y si no lo consideramos un objetivo suficiente, desde luego para mi no lo es, hay que mirar al que puso esa meta tan corta, no al que la cruzó de largo.

Hemos sido extremadamente duros, y me incluyo, con un hombre que no ha dicho una palabra más alta que otra, que se ha responsabilizado de cada derrota y ha cedido las alabanzas de cada victoria a los jugadores, que ha mantenido al grupo unido y que, sobretodo, ha conseguido el objetivo primordial. De bien nacidos es ser agradecidos. Por tanto, señor Javier Aguirre, muchas gracias.

Quizás sería más rentable señalarle que debe trabajar más al equipo y traerle jugadores en condiciones antes que caer en los mismos errores del pasado... aunque lo mismo ahora él no quiere seguir, y tendría sobradas razones.

De Orgullo: El Calderón volvió a sonar como en el pasado: coral, grandioso, extraordinario. Y los jugadores se partieron el alma, también como antaño. Y así, sí. Por primera vez alguno comenzó a ganarse el derecho a vestir la elástica sagrada, como ya habían conseguido Kun, Forlán, Maxi y pocos más. Ese es el espíritu del Atleti y esa es la afición del Atleti.

Como lo cortés no está reñido con lo valiente, en la 0 continuó la gran lucha. La otra gran lucha. Colchoneros pura sangre.

De Vergüenza: Como en toda gran familia siempre hay alguna oveja negra. Tenemos un pequeño rebaño asentado en el palco, aunque el lobo cada vez está más cerca. Y al parecer hay otros cuantos empeñados en disminuir la grandeza de las franjas rojiblancas, por supuesto alentados y publicitados por la prensa.

Debemos ser tolerantes con esos individuos que se acercaron a Neptuno a celebrar un 4º puesto como si fuéramos un equipo cualquiera sin más de un centenar de años de gloria. Al fin y al cabo, la genética es caprichosa y la inteligencia no se distribuye de manera uniforme entre todos los seres humanos. Sí, les dan cancha a la directiva dándoles a entender que aceptamos 4º puesto como victoria, pero no lo hacen intencionadamente los pobres, no dan para más.

A quién no tolero es a los medios de desinformación, empeñados en llenar Neptuno como fuera para posterior escarnio, claro está. Es vergonzoso y una vulgar manipulación de la realidad omitir las concentraciones de la puerta 0 y mostrar, en cambio, a cuatro descerebrados desprestigiando 105 años de historia y una afición. Es lo que buscan, lástima que unos pocos que se autodenominan atléticos les den juego de esa manera.