sábado, 31 de mayo de 2008

Un domingo cualquiera

No se por qué pero ya no es como antes. Todo cambia, todo se moderniza... pero no se debería de perder la esencia.

En mi memoria, tengo grabado un domingo cualquiera, a las 5:30 de la tarde. Un día fresco en el que al solecito se está a las mil maravillas y el cielo recuerda a la cabecera de los Simpsons. Y claro, partido en el Calderón. Bajabas la cuesta de la Mahou, cruzabas el puente o dejabas atrás Pirámides para llegar a los aledaños del estadio. No había tanta policía, ni polvo por todas partes, ni obras... y el Vicente Calderón lucía orgulloso las rayas rojiblancas en todo su perímetro. Las modernas cristaleras de oficina las sustituirían después.

Por aquella época aún no era abonado, así que cada día en el que podía ir al fútbol era un día especial. Comprábamos las entradas, "en grada de lateral, por favor" y nos metíamos al campo. Si había arrastrado a mi padre hasta allí con el tiempo suficiente veía a los jugadores calentar desde el banco de hormigón. Era más incómodo, eso seguro, pero las sensaciones de aquellos días no las cambio por las de ahora.

El sol iluminaba de refilón la grada con tonos dorados, mientras los jugadores saltaban al terreno de juego sabiendo lo que significaba vestir de rojo y blanco en ese lugar y ese momento.

Siempre me pregunto que habrá sido de ese hombre y se le echa de menos. Me refiero a un señor gordo, o de complexión fuerte como dirían los más diplomáticos, ya pasados los 50, ligeramente calvo... que en cuando había un momento de silencio en la grada se ponía en pie, tomaba aire y gritaba un potente y largo "¡¡Atleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeetiiiiiiii!!!". Al que todos respondíamos con una ovación. Y así hasta 3 veces, lo justo y necesario para reanimar los cánticos en todo el estadio. Vaya viajes en coche les dimos a nuestros padres cuando mi hermano y yo jugábamos a ver quien aguantaba más gritando Atleti.

Echo de menos a ese aficionado en el Vicente Calderón y echo de menos esos domingos cualquiera en el que cada partido sabía a auténtico fútbol del Atleti, no a un evento deportivo-empresarial donde el aficionado es cliente y el jugador un empleado.




2 comentarios:

Sergio Medina dijo...

Las sociedades anónimas se han cargado al esencia y el romanticimso del deporte.

miguel diaz dijo...

Yo también hecho de menos ese olor a puro, sabor a pipas y los cánticos clasicos del Aleeeeeti, bien c..ño bien. O con los dedos de las manos con los dedos de los pies los ... y la ... todo suma 23.
en fín, esperemos que los catetos con dinero que han inundado las directivas de nuestros clubes algún día cojan la puerta y se vayan (o los echemos a gorrazos).

un abrazo. miguel